Suertudos ellos
-Historia que debía tratar de vinos y amigos-
Yo miraba un estante con botellas antiguas y vasos rotos que por algún motivo adornaban la entrada del restaurant, donde Roly, Poli y yo llegamos para celebrar un encuentro casual de ex compañeros de universidad.
"No seas pava oh, si vamos los tres no más", alegó Poli ante mi negativa de reunión generación 94. No sé por qué me da tanta lata juntarme con mis ex compañeros. Será porque están tan farandulizados que me parecen absolutamente desconocidos comparados con los graciosos amiguitos de club social en República de antaño. Me tocó una generación top. Qué le vamos a hacer.
Roli y Poli mascan sus camarones ecuatorianos con tanta alegría que empiezo a sentir placer verdadero de estar de a tres recordando leseras casi tan viejas como yo, chistes muy fomes, pololos, borracheras, y turbierdades varias, ajenas y propias, y antes que termine mi segundo pisco sour ya me río con ganas de mi aterradora incursión en el periodismo deportivo. "El rugby y yo". De verdad que podría escribir un buen guión para un piloto de algo extramulti freak. Pero eso da para un blog entero.
Ellos intercambian datos con sus Palm vía Wi-Fi y yo le muestro a Roly mi coso de mp3 con mi útlima adquisición: Out Hud, It's For You. Confieso, soy una chica pop. Electro pop. Whatever. Podría bailar 48 horas seguidas ese beat pegajoso y sicodélico que me encanta. Y más me encanta porque pasé 48 horas de mi vida absolutamente pegada con ese tema y no había modo de dar con él. (Gracias Rodrigo, eres un sol).
Poly cuenta sobre su marido ingeniero y sus planes para tener hijos el próximo año. Roly hace todo un chiste con el tema de la lactancia materna. Yo recuerdo mi propia experiencia lamentable con la libre demanda.
Roly y Poly coinciden en tantos detalles de su vida diaria que hasta me da envidia no haber sido una señorita pro y tener una vida de la cual sentirme orgullosa y satisfecha a los 30 años. Como ellos, que planifican hasta la marca de pasta de dientes que van a comprar para el tercer trimestre del año.
Tres tristes treintones triturando truchas traidas de Traiguén.
Ah, no es que me sienta insatisfecha de mi vida pasada - presente. Lo que me parece extremo es sentir que, ya a los 30, lo tengo todo. Poly dice "es que yo no quiero más! si me muero mañana me puedo morir feliz". Yo no pienso mucho en el largo plazo, pero si voy a pasar 20 años más en este mundo, no pienso gastarlos en cosas fomes. Soy extremadamente exigente en mis pegas, me va bien, soy ultrabuena en lo que hago, absolutamente seca, pero esto está LEJOS de ser lo más importante para mi vida. De hecho, creo que es la primera vez que digo algo como esto en este blog.
Es que de verdad no creo que ser ultracapaz en lo que uno hace sea un motivo para andar todo orgulloso por la vida. Yo creo que hacer la pega "bien" es una obligación no más que uno tiene con el que le paga el sueldo a fin de mes. Y además me parece una obligación con uno mismo hacer una pega entreteida y a gusto. A mi me gusta, me hace bien, pero no me mata. Y en ese sentido me siento años luz de mis compañeros de mesa que se descuadran con sus jefes y sus áreas de prensa. Lo más curioso es que ellos tienen todas aquellas virtudes que hacen que alguien pueda obtener el premio "al empleado del mes" y sin embargo se sienten poco capaces de destacarse entre sus pares. Y su vida es una lucha por ganarle a tal o cual personaje.
En cambio yo, mata de defectos, mañas y curiosidades varias, tengo como mi megaproyecto profesional trabajar hasta diciembre para gastar mis dólares en un viaje por las carreteras de sudamérica.
La niña déficit atencional presenta 10 motivos por los que no debería ser contratada:
1.- Me aburro con demasiada rapidez de todo y siempre tengo q andar proponiendo cosas locas y difíciles para mantenerme alerta. Me frustro 8 días cuando no me resultan. Luego ideo otra.
2.- Me obsesiono con averiguar cosas sobre cosas que no siempre tengo que saber.
3.--Soy ultra volada, pero a un nivel patológico, tanto, que he ido a dejar a la Loop al colegio y al llegar allí me doy cuenta de que he olvidado subirla al auto. Por lo tanto, olvido nombres, reuniones, teléfonos, cargos, y cualquier otro dato demográfico.
4.- Tengo una compulsión por escribir. Si tengo una idea brillante mientras manejo, no dudo en detenerme, agarrar el lápiz y las hojas que siempre llevo en mi guantera y tomar nota. Por lo tanto, el 50% del tiempo que paso en una oficina, lo ocupo escribiendo cuentos, poemas, biografías, proyectos raros (sobre bares, negocios, carnavales culturales, etc).
5.- Los conflictos laborales me ponen nerviosa y me dan ataques de risa-llanto.
6.- Las cosas absurdas de las pegas me llevan a pronunciar mi mantra "qué chucha hago aquí?" con tanta fuerza que puedo decirlo en voz alta.
7.- Hago como que escucho todo, pero en realidad escucho los primeros 15 minutos.
8.- Mis exposiciones son más interesantes por los adornos literarios que contienen que por su contenido final. Domino el arte de la persuación como nadie y podría vender hasta un gato muerto.
9.- Al menos una vez al día me dan ganas de fumar un caño. Al menos una vez al mes me dan ganas de meterme un trip.
10.- Muchas, muchas veces al día pienso en perversiones sexuales. (Que luego escribo en cuentos, poemas, biografias, etc.)
Las cosas que digo.